viernes, 30 de junio de 2017

Es justicia, no caridad, lo que necesitamos.


Aunque llevamos ya unos años donde se empeñan en repetirnos a través de los medios de intoxicación masiva que la cosa va económicamente bien, parece que el 70% de los hogares no ha percibido que los efectos de la recuperación económica les hayan llegado. Y en el caso de los hogares bajo el umbral de la pobreza, sólo un 9% percibe, en estos momentos, que la recuperación económica ha mejorado sus condiciones de vida.

Esta es una de las principales constataciones que la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada) pone sobre la mesa en el informe “Análisis y Perspectivas 2017. Desprotección social y Estrategias familiares” presentado estos días en la sede de Cáritas.

Han preguntado a 1.300 hogares repartidos por las 17 Autonomías para conocer en profundidad los cambios que la gran recesión de los años 2007-2013 ha producido en su vida y en qué situación se encuentran para afrontar "el período de recuperación actual".

Y dicen que pasa lo que ya sabíamos que ocurre en estas ocasiones: Solo el 27% de los hogares están experimentado los efectos de "la recuperación económica" . Y la evolución en las condiciones de vida no está siendo lo positiva que cabría esperar. Los hogares que menos están percibiendo los efectos "del nuevo ciclo económico" son, precisamente, aquellos que más sufrieron los efectos de lo que llamaron "crisis".

También han chequeado a través de diecisiete indicadores la denominada “red de seguridad” de los hogares, es decir, su capacidad para afrontar situaciones adversas futuras, y se ha observado la evolución de estas condiciones desde el momento "precrisis" hasta nuestros días. Los resultados constatan que la mitad de las familias (50.1%) tienen hoy en día una “red de seguridad” que es peor que en la situación "precrisis", mientras que para el 42,3% se mantendría igual y habría mejorado para el 7,6%.

Los aspectos que han empeorado en más de la mitad de los hogares son las capacidades de ahorrar (el 60% de los hogares viven sin tener nada ahorrado o con un nivel de ahorro tan pequeño que no le permitiría resistir sin tener ingresos más de uno o dos meses), de resistir una nueva "crisis económica", de hacer frente a una reforma necesaria de su vivienda o de llegar a fin de mes.

En cuatro de cada diez hogares han empeorado también su capacidad para hacer frente a necesidades de salud no cubiertas por el sistema nacional de salud, para pagar refuerzos educativos a los hijos, para pagar luz o calefacción y para garantizar una estabilidad en el empleo de los miembros del hogar y unos ingresos estables.

Esto ha llevado a estas familias a tomar una serie de decisiones y estrategias como: reducción del consumo energético, aceptación de condiciones laborables poco deseables y reducción de gastos en el pago de la vivienda.

A lo que nos seguimos agarrando en los momentos jodidos es: Tirar de los recursos propios del hogar, la familia y los amigos,  Acudir a las instituciones formales y la solidaridad informal en los entornos locales. Pero ahora  de estos tres círculos de seguridad, los recursos propios del hogar se encontrarían en mayor situación de debilidad; la familia y amigos se consideran en este momento como el gran compensador de esa debilidad; y el círculo de apoyos más formales se encontraría más fuerte para aquellos hogares en mejores condiciones de recursos propios y a la inversa en peor situación para los hogares más débiles.

Otros dos indicadores que parecen haber venido para quedarse son:  Parece que  tenemos un grave riesgo como sociedad de acostumbrarnos a la precariedad, y así lo reflejan nuestras previsiones, pues cuando se nos pregunta por nuestras expectativas dentro de 5 años, el 47,1% cree que estará igual; y tan solo el 19,9% cree que mejorara la situación económica de su hogar. Un 26,4% de la población entrevistada cree que empeorará.

La segunda cuestión hace referencia a la desconfianza en la participación social y política como estrategia de mejorar la realidad. Son los sectores más vulnerables de la sociedad los que, precisamente, perciben que la participación política y social no es una vía útil para mejorar sus condiciones de vida: para el 75,6% votar no sirve, para el 56,9% no sirve asociarse y para 61,2% no sirve la movilización. Toma ya.

Ante el empobrecimiento de la pobreza que se está produciendo no podemos resignarnos a aceptar lo intolerable, a criticarlo en la carniceria, o acostumbrarnos a la recogida de alimentos u otros procedimientos parecidos. Ya hay una experiencia de años que nos dice que esas cosas no ayudan a disminuir ni la intensidad ni la cronicidad de la pobreza. O volteamos la tortilla o hacemos cada dia algo que cambie las cosas o estamos a un pasito de resignarnos a la pobreza como algo natural para una parte de la gente.


Puedes leer el informe completo y repensarlo por ti mismo desde aquí.

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